lunes, 9 de diciembre de 2013

Tu mejor amigo es tu blog

El caso es que este blog va a ser buenísimo. Comparado con el primero que hice, claro. Escribí dos entradas y tuve 10 visitas (seguramente fueron más, pero me lío con analytics, #esBroma). Con ese historial sólo puedo mejorar. 


¿Que por qué no seguí con aquel? Se llamaba ¿Mejor si es un clon? En él iba a hablar de cómo casi todo lo que compramos o nos tienta desde un escaparate está copiado de un original que casi nunca sabemos que existe.

De ese bolso que tu cuñada se acaba de comprar y en el que, al enseñártelo toda orgullosa, sólo ves una mala copia de otro. Una de mis obsesiones. Era tan aburrido o más que este, pero menos útil. Porque este sí, este surge de la necesidad, y mi necesidad es aprovechar las cuatro horas escasas que tengo al día para dedicarme a mí. 

Ese "dedicarme a mí", que las revistas femeninas identifican con regalarse una manicura o una visita cultural (que queda menos superficial que lo de las uñas, pero que a mí me resulta menos práctico en esta etapa de mi vida) se refiere, a saber (y no por este orden) a: revisar los apuntes, completarlos con otros, leer los libros que han ido apareciendo en mi mesa como por arte de magia durante las clases, cumplir con mis compromisos laborales, darme una vuelta por las redes, encargarme de los recaditos derivados de la intendencia doméstica y comprar el pan. Sí, lo de la barrita me exaspera, para qué engañarnos, pero cualquiera vuelve a casa sin ella.

Pues eso, que este blog es mi mejor amigo, ese que me va a ayudar a repasar los apuntes en forma de post (carcajada maligna). Fascinante no es, lo sé, pero es lo que hay. Así mato dos pájaros de un tiro: repaso apuntes y hago uno de los trabajos del master.  

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